Presentación

Hola, este es mi blog de la asignatura Teoría y Práctica del Curriculum de Educación Física, además de un rincón de libre expresión.
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Manuel Carrilero Cases

viernes, 6 de mayo de 2011

Mal de Escuela. Daniel Pennac. Comentario/Dialogo.

En esta entrada voy a presentar el trabajo realizado tras la lectura de este pequeño gran libro.
Mal de Escuela, de Daniel Pennac.
Aquí os dejo una buena y amplia reseña: http://confiesoqueheleido.blogspot.com/2010/10/mal-de-escuela-daniel-pennac.html
Un libro ameno y con el que me he sentido 100% identificado. Saca a la luz los problemas de la escuela, esos que siempre han existido y que debido a la orientación de la escuela de nuestros días es posible que cada vez se den más y más.


Diario de un zoquete y una empollona. TPCED. FCAFE. UV.
Manuel Carrilero Cases.
Isabel Más Bretó.

Diario de un zoquete y una empollona. (Comentario Mal de Escuela, Daniel Pennac)
-Yo era un zoquete, anda que no habré pasado horas castigado de pie en la pared de atrás, “creciendo”. ¿Y tú?
-Yo no. Yo era la típica responsable que siempre tenía hechos los deberes y atendía en clase.
-jaja, deberes siempre hechos… ¿Tú tenías agenda con espacio para notitas para los padres?
-No
-¿No?
-¿No tenías una zona al final con unas cuantas hojas para los padres donde decía que no habías hecho los deberes o si habías hecho algo bien?
-No, jajaj.
-Yo sí, y me faltaban hojas, tenía el record de la clase, y del colegio entero según algún profesor. Me hacía falta añadir hojas fotocopiadas a este apartado. Era como un orgullo propio, cuanto más hacían por recalcarlo, yo más me reafirmaba.
-Y, ¿Cómo hacías para atender en clase durante toda la hora, clase tras clase toda la mañana?
-Para mí no era difícil, iba al colegio muy motivada y contenta porque me apetecía aprender, sé que es un poco extraño a esa edad pero bueno me pasaba la mañana muy rápida. Estar con mis compañeros me divertía, había buen rollo entre todos y los profesores hacían las clases muy amenas.
-En realizad yo también iba con ganas a clase, me lo pasaba muy bien con mis compañeros e incluso con los profesores. Todos me conocían, era “famoso”, aunque la fama era mala, pero para mí no. Yo solo sabía que todos, compañeros y profesores me conocían, me llevaba bien con ellos, sin embargo al empezar las clases todo cambiaba. Además eso tampoco era así en todas las clases, en especial en Educación Física me sentía muy a gusto, y era capaz de estudiar incluso cuando nos pedía contenidos teóricos, es más, casi con atender en la explicación me bastaba para aprenderlo incluso mejor que muchos otros compañeros, era la única asignatura en la que soportaba al alumno ejemplo, e incluso me gustaba serlo. ¡Qué rabia le tenía a los alumnos ejemplo!, Y más aún cuando me comparaban con ellos. ¿No me digas que tu…?
-Sí, efectivamente yo era una alumna ejemplo. Tengo que decir que al final era un poco cansino, porque algunos de mis compañeros con los que me comparaban siempre me tenían un poco de “manía”. Los profesores, cuando algún compañero no hacia los deberes o hacia mal un examen, siempre decían “id a ver la libreta o el examen de Isabel”, y siempre venían para comparar. Yo no quería ser la alumna ejemplo pero los profesores me etiquetaron así, la verdad que creo que es mejor ser la alumna ejemplo que el alumno al que siempre comparan con ella.
-Ah! Ahora que lo dices me he acordado. La caligrafía! Y la exposición de mis libretas escritas con lenguaje encriptado, y luego pedirle la libreta a la perfectita (ejem, ejem…). No se daban cuenta de que yo ya lo sabía, que por más que me lo pasasen por la cara y se lo enseñasen a los compañeros, no me daba vergüenza, al revés, reforzaban mi idea de que así era como era yo. ¿Tú tenías algún caso como el mío en clase? Qué pensabas que pasaría por mi cabeza? ¿Pensabas que eso surtía efecto? ¿Qué harías tú en estos casos desde la posición de profesora?
-Yo también tenía en clase compañeros con libretas que parecían haber pasado por una guerra, muy descuidada. En cambio yo le tenía mucho aprecio, era lo que más me gustaba. Hacia los deberes y tardaba más pensando en que color hacerlo que resolviéndolo. La fecha de color verde, el enunciado del ejercicio rojo y la respuesta en negro o azul. Mis profesores al principio se alertaban, después lo tenían como una rutina y como que pasaban un poco. Yo como profesora creo que me pondría un poco nerviosa al ver todos esos desastres, pero intentaría concienciar a los alumnos de su importancia y buscaría algún hueco ¡durante las clases para enseñarles a mejorar la caligrafía y a ser más ordenados incentivándolos con recompensas. Nunca pondría en evidencia a ningún alumno, lo encuentro una gran falta de respeto.
-Yo creo que no sé como haría que mi yo zoquete de infancia le diese importancia a estos aspectos de caligrafía, orden y esfuerzo. Sinceramente, creo que conmigo lo único que habría funcionado habría sido hacerme participe de mi aprendizaje. La verdad es que sigo tomando apuntes de una forma un poco anárquica, pero para los apuntes me basta, yo me entiendo, y para cosas importantes sí que cuido la presentación, más aún si es en formato digital. Sin embargo hubo una profesora que supo hacerme valorar el esfuerzo y la importancia de estos aspectos, me dio un voto de confianza en el análisis sintáctico de oraciones, ayudándome, haciendo pequeños concursos en clase, motivándome, era importante hacerlo de forma aseada, que estuviese todo muy estructurado. Así conseguí llegar a ser la mejor nota de clase en eso y poco a poco ir trasladando este éxito a otros aspectos de la asignatura e incluso con la intervención de otros profesores llegar a obtener un buen expediente. Basta con un profesor que lo intente para cambiar el rumbo, para empezar un camino por uno mismo y abrir la puerta a otros profesores que puedan guiarte. Profesor de educación física que siempre estuvo ahí, profesora de castellano que se interesaba, profesora de biología comprometida con sacar brillo al buen alumno que había en mí. Y al final se llega, incluso se inicia un camino para poner tu granito de arena a para intentar salvar a otros.
-Todos podemos ser profesores salvavidas sí nos lo proponemos, intentarlo es el primer paso.

Autoevaluación:
Este trabajo y la lectura del libro que ello conlleva han sido muy enriquecedores para ambos. Para el “ex”zoquete es una forma perfecta de ver reflejada su situación, de comprender lo que pasó aquellos años, de ver que toda la culpa no fue mía, de recapacitar sobre qué fue lo que hizo que cambiase mi actitud. Además, todo esto sirve a aportar otra visión a la alumna “perfecta”, ya que esta empatía puede ayudarla a saber manejar estos casos en un futuro con mayor solvencia.

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